'Nacer, morir, renacer y progresar sin cesar, tal es la Ley'. Allan Kadec

miércoles, 8 de abril de 2020

Parábola del hijo prodigo: ¿Qué podemos sacar cómo experiencia de la pandemia?




Lucas 15:11-32 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

Parábola del hijo pródigo

11 También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17 Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30 Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
31 Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32 Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
Según los estudiosos, la parábola del hijo prodigo es la parábola por excelencia. Es cómo el Evangelio dentro del Evangelio. De ella se puede hacer un estudio minucioso y sacar mucho aprendizaje relacionándolo con la Doctrina Espirita, con la jornada evolutiva del Espíritu o con nuestra vivencia evangélica, y sobretodo, de nuestra relación con Dios. Pero ¿qué podemos sacar de ella en los momentos actuales en el que vivimos una pandemia? 

En las próximas lineas vamos a hacer algunas reflexiones a respecto, pero antes, volvamos a leer la parábola descrita arriba sustituyendo al hijo prodigo por los cobradores de impuestos y pecadores, y al hijo mayor/egoísta, por los fariseos y escribas. 

El capitulo 15 del Evangelio de Lucas empieza informándonos que:  'Todos los cobradores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas comenzaron a murmurar, y decían: «Éste recibe a los pecadores, y come con ellos.' Jesús empezó entonces a contar la parábola de la oveja perdida, la parábola de la moneda perdida y la parábola del hijo perdido o del hijo prodigo. 

Vivimos un momento insólito, en el que somos invitados a hacer una  introspección, de búsqueda por sí mismos.  Y  cuando ya cansados hagamos el movimiento de ir al encuentro del Padre, Él viéndonos en el camino se emocionará porque conoce nuestras debilidades y sabe lo mucho que nos cuesta hacer este movimiento de reconocernos pequeños y faltos. Pero Él amoroso, justo y bueno; cree en nosotros y nos da siempre muchas oportunidades. Se alegra y quiere celebrarlo. 

Seguramente en nuestro entorno habrá también algún hijo egoísta, o algún Espiritas fariseo. El concepto de espirita fariseo merece un punto y aparte... de forma muy resumida podemos definir cómo siendo aquellos que siempre buscarán apuntar los  defectos ajenos, aquellos que sólo son Espiritas en apariencia para poder justificarse ante su conciencia y su entorno, sin examinarse a si mismo y sin poner en la práctica las enseñanzas del Evangelio. 

Aunque nos encontraremos seguramente con personas así, debemos ser fieles al Padre y recordar lo difícil que nos ha sido llegar hasta aquí. Qué seguramente ya hemos comido junto a los cerdos y ahora estamos en condiciones de apacentar las ovejas del Señor. Demos gracias a Dios por eso y no nos cobremos la perfección para ponernos en la condición de trabajadores de la última hora porque en general, el miedo paraliza, y  a veces por miedo dejamos de atender a alguien que nos busca y nos pide asistencia ya sea de índole material o espiritual. 

El miedo es instintivo. Es algo que lo traemos desde los tiempos primordios que nos ha servido para perpetuar la especie, y aun hoy nos ayuda a protegernos ante el peligro. Pero ¿qué peligro puede tener tender la mano a un hermano? A veces pensando en las normas de convivencia, pensando en si debemos o no ofrecer una ayuda material o una palabra amiga, mientras pensamos...perdemos la oportunidad....Demos lo mejor de nosotros siempre y hagamos nuestra parte, y demos el libre albedrío a la otra persona de tomarlo a bien o mal, pero sin juzgar. ¿No es así que actúa el Padre? 

Actuemos con el corazón y caminemos hacia la acción, siendo cartas vivas de Cristo en la Tierra amparando a quien necesita amparo. Amando sin esperar nada en cambio. La práctica del bien es el Evangelio en acción. 

Ya hemos acumulado muchos bienes intelectuales a todos los niveles, ahora es el momento de poner el amor en acción. No pensemos que por nuestras  imperfecciones  vamos a alejar a los buenos Espíritus. Ellos son benevolentes porque son mensajeros del Padre y un padre no abandona al hijo sobretodo si este le ha demostrado voluntad de cambiar, de renovarse. 

Pero tampoco dejemos de trabajar por conquistar más virtudes y poner en práctica las que ya tenemos. Se reconoce al verdadero Espirita por el esfuerzo que hace en superarse a sí mismo. Levantemos nuestros ojos a Dios y pidamos que nos asista. Hagamos el esfuerzo de estar elevados para poder estar en contacto con los Espíritus benevolentes. Ellos nos aman y se alegrarán por nuestras luchas interiores y en ver qué estamos buscando la luz. 

Todo tiene un porqué, y el Padre conocedor de nuestras necesidades y también de nuestros méritos, nos da cada día muchas oportunidades para retornemos a Su casa.  Aunque para nosotros no lo parezca, cómo Espirita somos todos ya capaces de no practicar el mal y eso por sí mismo ya es una superación y un mérito, y este padre amoroso a veces  nuestros méritos encuentra fórmulas que nosotros de momento no estamos en condiciones de comprender  pero que sirven para que nosotros hagamos una corrección en nuestra ruta; ruta que cómo naufrago nos habíamos desviado un poco. Confiemos porqué Jesús está en el leme y nos guiará a tierra firme. Él es  el camino seguro. Estudiemos a Jesús, nuestro modelo y guía. Busquemos comprender  lo que nos ha transmitido y pongamos en práctica en nuestras vidas. 

El dolor y el amor  son las dos vías que tenemos para acercarnos a Dios. En este momento nos toca vivir el dolor para reconocer nuestra pequeñez, pero  sin dejar de amar. Pensemos más en las cosas buenas que ya hemos conquistado porque tenemos el hábito perseguir la perfección y sentirnos inferiores sin pensar que estamos en el camino de la evolución desde hace muchos siglos y que ya hemos conquistado virtudes que son loables. 

Trabajemos la humildad sin la falsa modestia. Somos victoriosos si miramos nuestra trayectoria cómo Espíritus, que gracias a la misericordia de Dios no se nos ha dado conocer. Trabajemos sí por mejorarnos, pero no esperemos la perfección para trabajar.¿Quienes queremos ser entonces? El hijo pródigo que se reconoce necesitado de ayuda o el hijo egoísta que espera recompensas del cielo y juzga a los demás creyéndose superior?   

martes, 24 de marzo de 2020

Textos de la Revista Espirita para reflexión acerca de la pandemia del COVID-19


El momento que vivimos sin lugar a dudas representa un gran cambio para la Humanidad. Está en nuestras manos hacerlo para traer la renovación de costumbres, la reforma moral, la transición de un mundo de pruebas y expiación a un mundo regenerado, que no feliz cómo solemos confundirnos muy a menudo.

Dios siempre nos da el libre albedrío para que progresemos siempre pero en ocasiones quedamos estancados perturbando el progreso, siendo necesario emplear medidas de intervención controladas por el mundo espiritual superior, que en esta ocasión nos ayuda a llegar al amor mediante el dolor con el fin de nosotros mismos valorar lo que se verdad es importante para nosotros y prosigamos en el bien.   Nunca hemos estado tan dotados de medios intelectuales y también morales cómo ahora. Conocemos lo que es cierto y lo que no lo es, sin embargo no siempre lo ponemos en práctica. Conocemos que el consumismo es innecesario y dañino, pero no dejamos de comprar sin necesidad. Conocemos que hay mucha gente necesitada de ayuda cercano a nosotros, pero no tenemos tiempo para tenderle un abrazo o darle una palabra amiga.

Sin lugar a dudas este año entrará a la Historia de la Humanidad cómo el año en que el mundo se ha recogido en sus casas y ha parado el comercio para evitar más contagios de un virus nuevo que asola el mundo a una velocidad feroz. Sin lugar a dudas, esta es nuestra oportunidad de poner en práctica lo que venimos estudiando y con nuestro ejemplo cambiar el hoy para dibujar un mañana con matices de esperanzas renovadas y bondad en el corazón.

Reflexionando acerca de este tema de tamaña actualidad, os hemos traducido tres artículos de Revista Espírita – Revista de estudios psicológicos: 


Texto 1

Revista Espirita – Revista de estudios psicológicos - 1867 > Julio > Epidemia en Mauricio

Hace unos meses, uno de nuestros médiums, el Sr. T ..., que frecuentemente cae en sonambulismo espontáneo bajo la magnetización de los Espíritus, nos dijo que Mauricio estaba devastado, en aquél momento, por una terrible epidemia que diezmaba a la población. Esta predicción se hizo realidad, incluso con circunstancias agravantes. Acabamos de recibir una carta fechada el 8 de mayo de uno de nuestros corresponsales en Mauricio, de la cual extrajimos los siguientes pasajes:

“Varios espíritus nos han anunciado, algunos claramente, otros en términos proféticos, un azote destructivo a punto de lastimarnos.

“Tomamos estas revelaciones desde un punto de vista moral y no desde un punto de vista físico. De repente, una extraña enfermedad estalla en esta pobre  isla; una fiebre sin nombre, que toma todas las formas, comienza suavemente, hipócritamente, luego aumenta y anula a todos los que afecta. Ahora es una verdadera plaga. Los médicos no lo entienden. Todos los afectados no pudieron ser curados hasta ahora. Hay ataques terribles que postran y torturan durante al menos doce horas, atacando cada uno a su turno, cada órgano importante. Luego, la enfermedad cesa por un día o dos, dejando al paciente abatido hasta el próximo acceso, y va así, más o menos rápido, hasta el término fatal.

“Para mí, veo en todo este uno de estos flagelos anunciados, que deben eliminar parte de la generación actual del mundo, cuyo propósito es llevar a cabo una renovación que se ha vuelto necesaria. Te daré un ejemplo de las infamias que tienen lugar aquí:

“La quinina en una dosis muy fuerte solo detiene los acceso durante unos días. Es el único capaz de detener, al menos momentáneamente, el progreso de la cruel enfermedad que nos diezma.

“Los comerciantes y farmacéuticos lo tenían en cierta cantidad, lo que les costaba unos 7 francos por onza. Ahora, como este medicamento fue comprado por la fuerza por todos, esos señores aprovecharon la oportunidad para aumentar el precio normal de la poción de un individuo de 1 a 15 francos. Luego faltó la quinina, por lo que quienes la tenían o la recibían por correo la vendían a un precio fabuloso de 2,50 francos el grano, al por menor y al por mayor a 675 y 800 francos por onza. Al menos 30 granos entran en una poción, lo que eleva la poción a 75 francos. Por lo tanto, solo los ricos podían comprar, y esos comerciantes vieron con indiferencia a miles de personas desafortunadas expirar a su alrededor, por falta del dinero necesario para comprar el medicamento.

“¿Qué dices sobre esto? Ah! Es historia! En este momento la quinina llega en cantidad. Las farmacias regurgitan. Sin embargo, los farmacéuticos no desean administrar una dosis por menos de 12,50 francos. ¡Así, los pobres siempre mueren, mirando desolados este tesoro que no pueden alcanzar!

“Yo mismo fui golpeado por la epidemia y estoy en la cuarta recaída. Me arruino con la quinina. Esto prolonga mi existencia, pero si, como me temo, las recaídas continúan, digo, querido señor, es muy probable que en poco tiempo tenga el placer de asistir a sus sesiones parisinas como Espíritu y participar en ellas, si Dios lo permite. Una vez en el mundo de los espíritus, estaré más cerca de usted y de la Sociedad que pertenezco en Mauricio. En un pensamiento y sin fatiga transpórteme a sus sesiones, y sin temor al mal tiempo. De hecho, no tengo miedo, se lo juro; Soy muy sinceramente espiritista para eso. Todas mis precauciones están tomadas, y si dejo este mundo, seréis avisado.

“Mientras se espera, querido señor, tenga la amabilidad de pedirles a mis hermanos de la Sociedad Espírita que unan sus oraciones con las nuestras por las desafortunadas víctimas de la epidemia, pobres espíritus muy cercanos a la materia, en su mayoría, y cuyo desprendimiento debe ser doloroso y prolongado. Oremos también por aquellos, infelices de otra manera, que al flagelo de la enfermedad se suman la inhumanidad.

“Nuestro pequeño grupo se ha dispersado hace tres meses; Todos los miembros fueron más o menos afectados, pero hasta ahora ninguno ha muerto.

"Recibid,  etc."

Es necesario ser verdaderamente espiritista para encarar la muerte con sangre fría e indiferencia, cuando esta extiende su daño a nuestro alrededor y cuando se sienten sus ataques. En tales casos, la fe seria en el futuro, que solo el Espiritismo puede dar, proporciona una fuerza moral que es en sí misma un preservativo poderoso, como se dijo sobre el cólera. (Revista de noviembre de 1865). Esto no significa que en epidemias, los espiritistas estén necesariamente a salvo, pero no hay duda de que en tales casos, han sido los menos afectados hasta ahora. Hay que decir que estos son espiritistas de corazón, y no aquellos que son espiritistas solo en apariencia.

Las calamidades destructivas que debe castigar a la humanidad, no sobre un punto, sino en toda la superficie del globo, son presentidos por los Espíritus en todas partes.

La siguiente comunicación, verbal y espontánea, se dio a este respecto y después de leer la carta anterior.
(Sociedad de París, 21 de junio de 1867.) (Medio, Sr. Morin, en sonambulismo espontáneo)

“Se acerca la hora, la hora marcada en el gran y perpetuo cuadrante del infinito, la hora en que la transformación de su globo comenzará a tener lugar, para que gravite hacia la perfección. A menudo se os ha dicho que los flagelos más terribles diezmarían a las poblaciones. ¿No es necesario que todo muera para regenerarse? Pero, qué es esto? La muerte no es más que la transformación de la materia. El Espíritu no muere, solo cambia su morada. Observe, y verá que comienza la realización de todas estas predicciones. Oh! ¡Cuán felices son aquellos que en estas terribles pruebas fueron tocados por la fe espiritista! Mantienen la calma en medio de la tormenta, como el marinero asediado en la tormenta.

“¡Yo, en este momento, una personalidad espiritual, a menudo he sido acusado por personalidades terrenales de brutalidad, dureza, insensibilidad! ... Es verdad, contemplo con calma todos estos flagelos destructivos, todos estos terribles sufrimientos físicos. Sí, cruzo, sin emoción, todas estas planicies devastadas, regadas de restos humanos. Pero si puedo hacer eso, es que mi visión espiritual va más allá de estos sufrimientos; es que, anticipando el futuro, se basa en el bienestar general, que será la consecuencia de estos males fugaces para la generación futura, para ustedes mismos que sois parte de esa generación, y que luego cosecharéis los frutos que habréis  sembrado.

“Espíritu del conjunto, mirando desde la parte superior de una esfera donde vivía (a menudo habla de sí mismo en tercera persona), su mirada es seca. Sin embargo, su alma palpita, su corazón sangra frente a todas las miserias por las que debe pasar la Humanidad, pero la visión espiritual descansa al otro lado del horizonte, contemplando el resultado que será su consecuencia cierta.

“La gran emigración es útil, y se acerca la hora en que se debe efectuar... ya está comenzando ... ¿A quién será ella fatal o provechosa? Mirad bien, observadores; considerad los actos de estos explotadores de flagelos humanos, y distinguiréis, incluso con los ojos del cuerpo, los hombres predestinados a la ruina. Miradlos ávidos de carroña, duros para obtener, atrapados como a sus vidas en todas las posesiones terrenales, y sufriendo mil muertes cuando pierden una parte de lo que, entretanto, tendrán que dejar... Qué terrible será para ellos la pena de talión, porque en el exilio que los espera, ¡se les negará un vaso de agua para saciar su sed! ... Miradlos, y reconoceréis en ellos, bajo las riquezas que se acumulan a expensas de los desafortunados, los futuros humanos caídos. ! ¡Considerad sus trabajos, y su conciencia le dirá si esos trabajos deberían pagarse allí arriba o abajo! Miradlos bien, hombres de buena voluntad, y veréis que la cizaña comienza, desde esta Tierra, a separarse del grano bueno.

“¡Mi alma es fuerte, mi voluntad es grande! Mi alma es fuerte porque su fuerza es el resultado de un trabajo colectivo de alma a alma; mi voluntad es grande porque está respaldada por la inmensa columna formada por todos los sentimientos de justicia y bien, de amor y caridad. Por eso soy fuerte, por eso soy calmo para mirar; Es por eso que su corazón, que late como si fuera a estallar dentro del pecho no se conmueve. Si la descomposición es el instrumento necesario para la transformación, ¡asiste, oh alma mía, calma  e impasible, a esta destrucción! ”



Texto 2: Texto extraído de la Revista Espirita - Revista de estudios psicológicos - 1868 > Octubre > Instrucciones de los Espíritus > Respuesta (Paris, 18 de septiembre de 1868)

 (…)
Permítame añadir algunas palabras, como complemento de la comunicación que os acaba de dar el eminente Espíritu de Arago.

Sí, ciertamente la Humanidad se transforma, como se ha transformado en otros tiempos, y cada transformación está marcada por una crisis que es, para la humanidad, lo que son las crisis de crecimiento para los individuos, crisis que a menudo son penosas, dolorosas, que arrastran generaciones e instituciones con ellas, siempre, sin embargo, seguidos de una fase de progreso material y moral.

La humanidad terrenal, habiendo alcanzado uno de estos períodos de crecimiento, ha estado en un frenético trabajo de transformación durante casi un siglo. Es por eso que se mueve por todos lados, atrapado en una especie de fiebre que parece ser movida por una fuerza invisible, hasta que se haya tomado su posición en nuevas bases. Quien la observe, la encontrará muy cambiada en sus costumbres, su carácter, sus leyes, sus creencias, en una palabra, en todo su estado social.

Una cosa que os parecerá extraña, pero que sigue siendo una verdad estricta, es que el mundo de los Espíritus que os rodea sufre la reacción violenta de todas las conmociones que sacuden el mundo de los encarnados; digo más: él allí toma una parte activa. Esto no es sorprendente para cualquiera que sepa que los Espíritus son uno con la humanidad; que de ella salen  y que a ella deben volver; es natural, por lo tanto, que estén interesados en los movimientos que operan entre los hombres. Estad seguros, por lo tanto, que cuando una revolución social tiene lugar en la Tierra, también sacude el mundo invisible; todas las buenas y malas pasiones se sobreexcitan cómo entre ustedes; una indescriptible  efervescencia reina entre los Espíritus que todavía son parte de vuestro mundo y que esperan el momento de entrar en él.

A la agitación de los encarnados y desencarnados se agregan, a veces, y aún más a menudo, porque todo sufre, en la naturaleza, las perturbaciones de los elementos físicos; hay por tanto, por algún tiempo, una verdadera confusión general, pero eso pasa como un huracán, después de lo cual el cielo vuelve a la serenidad, y la Humanidad, reconstituida sobre nuevas bases, imbuida de nuevas ideas, pasa por una nueva etapa de progreso.

Es en el período que se abre que veremos florecer el Espiritismo, y en él que dará sus frutos. Es, por lo tanto, para el futuro, más que para el presente, que trabajáis; pero era necesario que estos trabajos fuesen elaborados previamente, porque preparan las vías de la regeneración a través de la unificación y la racionalidad de las creencias. Felices son aquellos que de él sacan provecho ahora, pues ellos mucho habrán ganado y tendrán muchas penas perdonadas.

DOCTOR BARRY.


Texto 3

Fuente: Revista Espirita - Revista de Estudios Psicológicos - 1868> Noviembre> Epidemia en Mauricio. 

En la revista de julio de 1867 describimos la terrible epidemia que desde hace dos años viene devastando Mauricio (anteriormente Francia). El último correo nos trae cartas de dos de nuestros compañeros en creencia  de aquel país. En uno hay el siguiente pasaje:

“Me disculpo por haber pasado tanto tiempo sin daros noticias  mías. Ciertamente no era el deseo lo que me faltaba, sino la posibilidad, porque mi tiempo estaba dividido en dos partes: una, por el trabajo que me hace vivir, y la otra por la enfermedad que nos mata. Tengo muy pocos momentos para usar según mis gustos. Sin embargo, estoy un poco más relajada, ya que no he tenido fiebre desde hace un mes. Es cierto que es en esta época  que ella parece ceder un poco. Pero por desgracia! es recular para subir de nuevo, porque el próximo calor indudablemente le dará nuevamente su vigor inicial. Entonces, bien convencida de la certeza de esta perspectiva, vivo día a día liberándome lo más posible de las vanidades humanas, con el fin de facilitar mi paso al mundo de los Espíritus donde, francamente, de ninguna manera me molestaría encontrarme en buenas condiciones, por supuesto.

Un día, un incrédulo dijo acerca de una persona que expresó un pensamiento análogo sobre la muerte: "¡Tienes que ser un espiritista para tener ideas similares!" Sin querer, hizo el más hermoso cumplido del Espiritismo. ¿No es un gran beneficio la calma con la que considera el término fatal de la vida, que tanta gente considera que se acerca con temor? ¡Cuántas angustias y tormentos se ahorran a quienes enfrentan la muerte como una transformación de su ser, una transición instantánea, sin interrupción de la vida espiritual! Ellos esperan la despedida con serenidad, porque saben a dónde van y qué serán. Lo que aumenta su tranquilidad es la certeza, no solo de encontrar a los entes queridos, sino de no estar separados de aquellos que permanecen; de  verlos y ayudarlos más fácilmente y mejor que cuando estaban vivos; no lamentan las alegrías de este mundo, porque saben que tendrán otras más grandes, más suaves, sin una mezcla de tribulaciones. Lo que causa la aprensión de la muerte es lo desconocido. Ahora pues, para los espiritistas, la muerte no tiene más misterios.

La segunda carta contiene lo siguiente:

"Es con un sentimiento de profunda gratitud que vengo a agradeceros  por los sólidos principios que inculcasteis  en mi espíritu y que, solo ellos, me dieron la fuerza y ​​el coraje para aceptar con calma y resignación las duras pruebas que tuve que sufrir desde hace un año, debido a la terrible epidemia que diezma nuestra población. Sesenta mil almas se han ido.

“Como puede imaginar, la mayoría de los miembros que conforman nuestro pequeño grupo en Port-Louis, que estaba comenzando a funcionar tan bien, tuvieron que sufrir, como yo, en este desastre general. Por una comunicación espontánea del 25 de julio de 1866, se nos anunció que nos veríamos obligados a suspender nuestro trabajo. Tres meses después nos vimos obligados a suspenderlos, debido a la enfermedad de varios de nosotros y la muerte de nuestros familiares y amigos. Hasta ahora no hemos podido comenzar de nuevo, aunque todos nuestros médiumns estén vivos, así como los principales miembros de nuestro grupo. Varias veces intentamos reunirnos nuevamente, pero fue en vano, por lo que cada uno de nosotros se vio obligado a tomar nota de su carta del 26 de octubre de 1867 a la Sra. G ..., en la que se encuentra la comunicación del médico Dr. Demeure, quien nos da excelentes y muy justas enseñanzas sobre todo lo que nos sucede. Cada uno de nosotros pudo apreciar su justicia en lo que a él respecta, ya que parece que la enfermedad tomó tantas formas, que los médicos nunca llegaron a un acuerdo: cada uno siguió un método particular.

“Sin embargo, el joven doctor Labonté parece ser el que mejor definió la enfermedad. Quiero creer que él tenga razón desde el punto de vista material, ya que ha pasado por todos los sufrimientos de los cuales se convirtió en narrador. [1] Desde nuestro punto de vista espiritualista, pudimos ahí ver una aplicación del prefacio de El Evangelio según el espiritismo, porque el nefasto período que atravesamos estuvo marcado, al principio, por una lluvia extraordinaria de estrellas fugaces que cayeron sobre Mauricio la noche del 13 a 14 de noviembre de 1866. Aunque el fenómeno era conocido, ya que era tan frecuente de septiembre a noviembre, en ciertas épocas periódicas, no es menos admirable que esta vez las estrellas fugaces fueran tan numerosas que las hicieron temblar e impresionaron a quienes las observaron. Este espectáculo imponente permanecerá grabado en nuestra memoria, porque fue precisamente después de ese acontecimiento que la enfermedad adquirió un carácter aflictivo. A partir de ese momento, se volvió general y mortal, lo que hoy puede autorizarnos a pensar, como dice el Dr. Demeure, que hemos alcanzado el período de transformación de los habitantes de la Tierra para su adelanto moral.

“Con respecto a los medicamentos calmantes recomendados por el Dr. Demeure, usted habló sobre las castañas de indias, cuyo uso sería más ventajoso que la quinina, que afecta los órganos del cerebro. No conocemos esta planta aquí, pero después de leer su carta, en la que se hace mención de ella, el nombre de otra planta vino a mi mente por intuición: es el croton tiglium, comúnmente llamado en Mauricio como Pinhão de la India. Lo utilicé como sudorífico, con mucho éxito, pero solo las hojas, porque el grano es un veneno violento. Le pido amablemente que le pregunte al Dr. Demeure qué piensa de esta planta, y si aprueba el uso que le hice, como tranquilizante, ya que comparto completamente su opinión sobre el carácter de esta extraña enfermedad que me parece una variante de la ramannenzaa  o fiebre de Madagascar, excepto por manifestaciones externas”.

Si pudiéramos dudar por un solo momento de la vulgarización universal de la Doctrina Espirita, la duda desaparecería al ver a las personas que hace felices, los consuelos que brinda, la fuerza y el coraje que brinda en los momentos más dolorosos de la vida, porque está en la naturaleza del hombre para buscar lo que puede asegurar su felicidad y tranquilidad. Aquí se encuentra  el elemento más poderoso de propagación del Espiritismo, que nadie tomará de él, a menos que alguien dé más de lo que él da. Es una gran satisfacción para nosotros ver los beneficios que difunde. Cada afligido consolado, cada coraje abatida levantada, cada progreso moral operado nos paga al céntuplo  nuestras penas y nuestras fatigas. Esto también es una satisfacción que nadie tiene el poder de quitarnos.

Leídas en la Sociedad de París, estas cartas dieron lugar a las siguientes comunicaciones, que tratan el tema desde el duplo punto de vista local y general, material y moral.

(Sociedad de París, 16 de octubre de 1868.)

En todos los tiempos hicieron preceder los grandes cataclismos fisiológicos de señales manifiestos de la cólera de los dioses. Fenómenos particulares precedieron a la erupción  del mal, como una advertencia para prepararse para el peligro. Estas manifestaciones, en efecto, ocurrieron no como un presagio sobrenatural, sino como síntomas de la perturbación inminente.

Como tuvimos la oportunidad de decirle, en las crisis en apariencia las más anormales que diezman paso a paso las diferentes regiones del globo, nada quedó al azar; son la consecuencia de las influencias de los mundos y los elementos entre sí (octubre de 1868); han estado preparados durante mucho tiempo y, por lo tanto, su causa es perfectamente normal.

La salud es el resultado del equilibrio de las fuerzas naturales; si una enfermedad epidémica devasta en cualquier lugar, solo puede ser la consecuencia de una interrupción de ese equilibrio; de ahí el estado particular de la atmósfera y los fenómenos únicos que se pueden observar allí.

Los meteoritos conocidos con el nombre de estrellas fugaces están compuestos de elementos materiales, como todo lo que cae bajo nuestros sentidos. Solo aparecen gracias a la fosforescencia de estos elementos en la combustión, y cuya naturaleza especial a veces desarrolla influencias dañinas y mórbidas en el aire respirable. Las estrellas fugaces fueron, para Mauricio, no el presagio, sino la causa secundaria del flagelo. ¿Por qué su acción tuvo lugar en particular en esa región? Primero, porque, como su corresponsal dijo muy bien, es uno de los medios destinados a regenerar la Humanidad y la Tierra misma, promoviendo la partida de encarnados y la modificación de elementos materiales. Después, debido a que las causas que determinan este tipo de epidemias en Madagascar, Senegal y en todas partes donde la fiebre del páramo y la fiebre amarilla causan estragos no existen en Mauricio, la violencia y la persistencia del mal deberían determinar la investigación seria de su fuente y atraer la atención acerca de las influencias psicológicas que podrían tomar allí.

Los que sobrevivieron, en contacto forzado con los enfermos y los moribundos, fueron testigos de escenas que al principio no se dieron cuenta, pero cuyo recuerdo les volverá  con la calma, y eso solo puede explicarse por la ciencia espiritista. Los casos de apariciones, comunicaciones con los muertos, predicciones seguidas de realización, eran muy comunes allí.
Aplacado el desastre, surgirá el recuerdo de todos estos hechos y provocará reflexiones que poco a poco nos llevarán a aceptar nuestras creencias.
Mauricio renacerá! El año nuevo verá extinguirse el flagelo que sufrió, no por el efecto de los medicamentos, sino porque la causa habrá producido su efecto. Otros climas, a su vez, sufrirán el ataque de un mal del mismo, o de cualquier otra naturaleza, determinando los mismos desastres y conduciendo a los mismos resultados.

Una epidemia universal habría sembrado el asombro de toda la humanidad y durante mucho tiempo habría detenido la marcha del progreso; una epidemia restringida, que ataque paso a paso y en múltiples formas a cada centro de la civilización, producirá los mismos efectos, saludables y regeneradores, pero dejará intactos los medios de acción que la Ciencia puede tener. Los que mueren son víctimas de la impotencia, pero los que ven la muerte en su puerta buscan nuevas formas de combatirla. El peligro se hace inventivo, y cuando todos los medios materiales se agotan, cada uno se verá obligado a pedir la salvación de los medios espirituales.

Sin duda, es aterrador pensar en los peligros de esta naturaleza, pero, dado que son necesarios y no causan más que felices consecuencias, es preferible, en lugar de esperarlos temblando, prepararse para enfrentarlos sin temor, sea cual sea el sus resultados. Para el materialista, es una muerte horrible y la nada como consecuencia; para el espiritualista, y en particular para el espiritista, ¡pase lo que pase! Si escapas del peligro, la prueba siempre te encontrará inquebrantable; si muere, lo que conoces sobre la otra vida te hará enfrentar el pasaje sin palidecer.

Preparaos, por lo tanto, para todo, y sea cual sea el tiempo y la naturaleza del peligro, compenetrad de esta verdad: La muerte no es más que una palabra insignificante y no hay sufrimiento que las fuerzas humanas no pueden controlar. Aquellos para quienes el mal será insoportable, serán los únicos que lo habrán recibido con risa en sus labios y despreocupación en sus corazones, es decir, que se pensarán fuertes en su incredulidad.

CLÉLIE DUPLANTIER.

(Sociedad de París, 23 de octubre de 1868)

El Croton tiglium ciertamente puede usarse con éxito, especialmente en dosis homeopáticas, para calmar los calambres y restaurar la circulación normal del líquido nervioso; también se puede usar localmente, frotando la piel con una infusión débil, pero no sería prudente generalizar su uso. No es un medicamento aplicable a todos los pacientes, ni a todas las etapas de la enfermedad. Si fuera para uso público, solo debe aplicarse por indicación de una persona que pueda verificar su utilidad y apreciar sus efectos; de lo contrario, el que ya había experimentado su acción saludable podría, en un caso dado, ser completamente insensible o incluso experimentar sus inconvenientes. No es una de esas medicinas neutrales que no hacen daño cuando no producen bien. Debe usarse solo en casos especiales y bajo la dirección de personas que tengan el conocimiento suficiente para dirigir su acción.

Además, espero que no sea necesario experimentar su eficacia, y que en un período más tranquilo se prepare para los desafortunados habitantes de Mauricio. Ellos todavía no están  libres, por así decirlo, pero, salvo excepción, los ataques en general no son fatales a menos que los incidentes de diferente naturaleza les den un carácter de gravedad particular. La enfermedad en sí no está terminando. La isla entra en el período de convalecencia; Puede haber algunas pequeñas recrudescencias, pero tengo razones para creer que la epidemia, a partir de ahora, disminuirá hasta la extinción completa de los síntomas que la caracterizan.

Pero, ¿cuál será su influencia en los habitantes de Mauricio que han sobrevivido al desastre? ¿Qué consecuencias deducirán de las manifestaciones de todo tipo de las cuales fueron testigos involuntarios? ¿Las apariciones a las que muchas personas han estado sometidas producirán el efecto que tienen derecho a esperar? ¿No se reducirán a nada las resoluciones tomadas bajo el imperio del miedo, el remordimiento y la censura de una conciencia perturbada cuando regrese la tranquilidad?

Sería deseable que el recuerdo de estas tristes escenas se grabara indeleblemente en sus espíritus, y los obligue a modificar su conducta, reformando sus creencias, porque deben estar bien persuadidos de que el equilibrio no se restablecerá por completo hasta que los espíritus estén completamente despojados de su iniquidad que la atmósfera sea purificada de los miasmas deletéreos que causaron el nacimiento y el desarrollo del mal.

Cada día más entramos en el período de transición que debe provocar la transformación orgánica de la Tierra y la regeneración de sus habitantes. Los flagelos son instrumentos utilizados por el Gran Cirujano del Universo para extirpar del mundo, destinados a marchar hacia adelante, los elementos de gangrena que causan trastornos incompatibles con su nuevo estado. Cada órgano, o mejor, cada región serán afectadas paso a paso por flagelos de diferentes naturalezas. Aquí, la epidemia en todas sus formas; allí, la guerra, la hambruna. Por lo tanto, cada uno debe prepararse para soportar la prueba en las mejores condiciones posibles, mejorando e instruyéndose a sí mismo, para no sorprenderse de improviso. Algunas regiones ya han sido probadas, pero sus habitantes estarían en completo error si tuvieran que confiar en la era de la calma que seguirá a la tormenta para recurrir a sus viejos errores. Se les concede un período de moratoria para seguir un camino mejor. Si no lo aprovechan, el instrumento de la muerte los experimentará hasta que conduzcan al arrepentimiento. Bienaventurados aquellos a quienes la prueba les hirió al principio, porque tendrán que instruirse, no solo sobre los males que sufrieron, sino también sobre el espectáculo de sus hermanos en la Humanidad que a su vez están heridos. Esperamos que tal ejemplo sea saludable para ellos y que ingresen, sin dudarlo, en el nuevo camino que les permitirá avanzar de acuerdo con el progreso.

Sería deseable que los habitantes de Mauricio no fuesen los últimos en aprovechar la severa lección que recibieron.

DOCTOR DEMEURE.

[1] El Sr. Dr. Labonté describió la epidemia de la Isla Mauricio en un folleto que leímos con interés, en el que se revela como un observador serio y juicioso. Es un hombre dedicado a su arte y, por lo que podemos juzgar desde la distancia, por analogía, parece haber caracterizado esta enfermedad singular desde un punto de vista fisiológico. Desafortunadamente, cuando se trata de terapia, desafía todas las predicciones de Ciencia. En un caso tan excepcional como este, el fracaso no prejuzgaría nada encuentra del conocimiento del médico. El espiritismo abre horizontes completamente nuevos para la ciencia médica, demostrando el papel preponderante del elemento espiritual en la economía y en una gran cantidad de enfermedades, en las cuales la Medicina falla porque es obstinada en buscar su causa solo en materia tangible. El conocimiento de la acción del periespiritu en el organismo agregará una nueva rama a la patología y cambiará profundamente la forma de tratar ciertas enfermedades, cuya causa real ya no será un problema.




viernes, 30 de septiembre de 2016

Pobres en espíritu. El orgullo y la humildad

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‘El crepúsculo descendía en un deslumbramiento de oro y brisas cariñosas. A lo largo de toda la vertiente, se comprimía la inmensa turba. Muchas centenas de criaturas allí se aglomeraban, para poder escuchar la palabra del Señor, dentro del paisaje que se adornaba de los singulares brillos de todo el horizonte pincelado de luz. Eran ancianos temblorosos, labradores simples y generosos, mujeres del pueblo junto a sus pequeños. Entre los más fuertes y sanos, se observaban ciegos y niños enfermos, hombres andrajosos, exhibiendo seres vermiformes que les corroían las manos y los pies. Todos se apretaban sofocados. Ante sus felices miradas, la figura del Maestro surgió en la cima decorada de verdor, por donde pasaban blandamente los vientos amigos de la tarde.

Dejando notar que se dirigía a los vencidos y sufridores del mundo entero y como que esclareciendo al espíritu de Levi, que representaba la aristocracia intelectual entre sus discípulos, en su calidad de cobrador de los tributos populares, Jesús, por primera vez, pregonó las bienaventuranzas celestiales. Su voz caía como bálsamo eterno, sobre los corazones desdichados.

¡Bienaventurados los pobres y los afligidos!...

¡Bienaventurados los sedientos de justicia y misericordia!...

¡Bienaventurados los pacíficos y los simples de corazón!...

Por mucho tiempo habló del Reino de Dios, donde el amor edificaría maravillas perennes y sublimes. Sus promesas parecían dirigidas al inconmensurable futuro humano.

De lo alto del monte, soplaba una leve brisa, en deliciosas olas de perfume. El viento de Galilea se había impregnado de la virtud poderosa e indestructible de aquellas palabras y, obedeciendo a una determinación superior, se iban a extender entre todos los afligidos de la Tierra.

Cuando Jesús terminó su alocución, algunas estrellas ya brillaban en el firmamento, como radiantes bendiciones divinas. Muchas madres sufridoras y oprimidas, con suave fulgor en los ojos, le traían los niños para que él los bendijera. Ancianos de frentes nevadas por los inviernos de la vida le besaban las manos. Ciegos y leprosos lo rodeaban con los semblantes sonrientes y decían: — ¡Bendito sea el hijo de Dios! Jesús los acogía satisfecho, enviando a todos la sonrisa de su afecto.’
Cap. 11. La buena nueva. Humberto de Campos. Chico Xavier

El texto reproduce la escena en la que Jesús proclama: Bienaventurados los pobres en espíritu pues que suyo es el reino de los cielos.

¿Pero quiénes son ellos? ¿Qué entendemos por pobres en espíritu?

Son los ricos de cosas espirituales, independientemente de su posición social. 

Son los humildes. Aquellos que saben reconocer su pequeñez delante de la grandeza de Dios. Aquellos que son gratos con lo poco que tengan y saben florecer dónde han sido plantados para la exhortación del Señor.

De este modo Jesús afirma que el reino de los cielos es de aquellos que han conquistado un corazón simples y pone la humildad cómo una virtud que nos acerca a Dios. 

Si la humildad es la primera de las virtudes a ser conquistada, ¿Cuál será el vicio que ella combate?

El orgullo. El orgullo se preocupa con quien tiene la razón y la humildad se preocupa con cual es la razón.

Según el capítulo 10 del Evangelio Según el Espiritismo, el orgullo es el padre de muchos vicios y también la negación de muchas virtudes, encontrándose como impulsor de casi todas las acciones humanas.

Estudiar el orgullo nos puede auxiliar en las conquistas interiores. Ya decía el sabio que debemos conocernos a nosotros mismos pero es justamente el orgullo el que nos incapacita de ver nuestras propias imperfecciones. En el Libro de los médiums encontramos que un Espíritu Familiar afirmó que  ‘solamente el orgullo puede impedir que nos veamos cómo realmente somos. Pero que si nosotros mismos no lo vemos, otros verán por nosotros’.

Según Allan Kardec en Obras Póstumas, el orgullo es un subproducto del instinto de conservación, un principio natural en todos los espíritus que han sido creados simples e ignorantes y que nos ‘asemeja’ a los animales. Pero su exceso es lo que lleva a formar el orgullo que se enraíza en cada uno de nosotros a lo largo de los milenios y nuestras varias existencias.

Y en el Ítem 228 del capítulo 20 del Libro de los Médiums encontramos que ‘Todas las imperfecciones morales son puertas abiertas que dan acceso a los Espíritus malos. No obstante, la que ellos explotan con mayor habilidad es el orgullo, porque es la que el hombre menos se confiesa a sí mismo. El orgullo ha perdido a muchos médiums dotados de las más bellas facultades…’

Siempre hemos dicho que el orgullo se enmascara de diversas maneras, y conocerlas nos ayuda a superarlo. En el libro Merezca ser Feliz, superando las ilusiones del orgullo, por el espíritu de Ernance Dufaux, ella nos pone algunos ejemplos de sus formas de presentarse y cómo combatirlas:

'Melindre es el orgullo en el resentimiento. Cultivemos el coraje de ser criticados.

Pretensión es el orgullo en las aspiraciones. Aprendamos a contentar con la alegría de trabajar sin expectativas personales.

Presunción es el orgullo en el saber. Tomemos por divisa que toda opinión debe ser escuchada con el deseo de aprender.

Preconcepto es el orgullo en las concepciones. Habituemos a mantener análisis imparciales y flexibles.

Indiferencia es el orgullo en la sensibilidad. Adoptemos la aceptación y el respeto en todas las ocasiones de éxito e fracaso ajeno.

Desprecio es el orgullo en el entendimiento. Acostumbrémonos  a pensar que para Dios todo tiene valor, aunque por el momento no lo comprendamos.

Personalismo es el orgullo centrado en el yo. Eduquemos la abnegación en las actitudes.

Vanidad es el orgullo del que se imagina ser. Procuremos conocernos a nosotros mismos y tener coraje de  aceptarnos tales como lo somos, dando lo mejor que podamos en la mejoría personal.

Envidia es el orgullo ante las vitorias ajenas. Admitamos que tenemos este sentimiento y enfrentémonos a él con dignidad y humildad.

La falsa modestia es el orgullo de la ‘humildad artificial’. Esforcémonos por la simplicidad que viene del alma sin querer impresionar.

La prepotencia es el orgullo del poder. Aprendamos el poder interior conozco mismos transformando la prepotencia en autoridad.

Disimulación es el orgullo en las apariencias. Esforcémonos por ser quienes somos, sin recelos, amándonos como somos.

Conquistar la humildad es un proyecto a largo plazo, apto para todos aquellos valientes que estén dispuestos a verse como verdaderamente lo son.'

Saulo de Tarso es un buen ejemplo. En su conversión en el camino de Damasco, cerró los ojos físicos por tres días para abrir los ojos espirituales. Fue curado por aquél a quien iba persiguiendo. Se retira al desierto por tres años siendo acogido amorosamente por personas que él en su ignorancia había perseguido, venciendo el orgullo y conquistando la humildad.

Jesús es el mayor ejemplo. Predicaba, enseñaba y vivía.

‘Acuérdate de que los Buenos Espíritus no asisten sino a quienes sirven a Dios con humildad y desinterés, y en cambio repudian a cualquiera que busque en la senda del Cielo un escalón para las cosas de la Tierra. Aquéllos se apartan del orgulloso y del ambicioso. Orgullo y ambición constituirán siempre una barrera entre el hombre y Dios. Son un velo arrojado sobre las celestes claridades, y Dios no puede valerse del ciego para hacer comprender la luz’. 
(PROLEGÓMENOS del Libro de los Espíritus).